No sirve de nada comentar como son mis amigos. Todo el mundo sabe como lo son los suyos, y eso es lo que cuentan. Sonrisas, saludos, abrazos, gritos de "Homie!", "Negrata!","Que cabrón!" y podría seguir durante horas escribiendo algo que no hace falta.
Normalmente, cuando sales de viaje, pierdes el contacto con tu vida, inmerso como estás en volver a sentir cosas nuevas o traer a tu mente recuerdos de lo que hacías en esta manzana del Madison Square Garden años atrás. Pero siempre existe la vuelta, y entonces es cuando sabes quién no te a echado de menos, pero se alegra muchísimo de volver a verte. Para mi esos son los mejores amigos que he tenido nunca. Volver y encontrarme con un Sike como artista consumado, con su primera exposición. Con un Jona (al que por desgracia aún no he podido ver) adaptadísimo a su nueva vida, y al Andrés mas feliz que he tenido el placer de conocer (gracias Sandra, por alegrarle tanto).
Poder sentarte durante 90 minutos sin levantarte a base de recuerdos. Conocer el juego, estar loco, con nuestra musica en la sangre... Mis amigos nunca cambian. Y no hablo de su exterior, de como vistan, ni de como se muevan. Hablo de que siempre que os miro a los ojos, veo a esa misma persona que en su dia me salvó la vida, y que veo que no cambiará nunca. Os estoy tremendamente agradecido por eso.
Entre fama, fuego, llamas... Me adapto al dolor. Te conozco, y me conoces. Eso es lo que vale, lo que permanece. Ese AMOR que te tengo no puedo perderlo, y cada dia veo mas claro que nadie mas puede ganarlo. Mata o muere tio, sobrevivimos hasta que alguien nos mata.
Cada uno de vosotros es casi incapaz de sorprenderme ya, y por eso cada dia que me despierto sonrío con vuestra imagen en mis recuerdos. Os conozco, sois la caña, y somos iguales, aunque tremendamente distintos.
Y dicen que no hay amor en el corazón de la urbe... Estoy de acuerdo. El amor lo tengo yo, y se lo doy a quién se lo merece.